La azafata y el matemático...
Érase que se era una vez una azafata y un matemático que vivían juntos. Pero el matemático se dedicaba a sus teorías y prestaba poca atención a la chica. La azafata era joven y apasionada, y tenía un mapamundi donde iba marcando el lugar de sus conquistas.
Él se ponía celoso cuando miraba su bolso a escondidas y encontraba nuevas cruces en el mapa. Tras una semana de viajes particularmente intensa, con relaciones públicas en Suiza, Alabama, Tanzania, Peking y las islas Aleutianas, el matemático decidió cortarle las alas a su pareja.
Diseñó un juego de aros metálicos trabados que requerían una complicada secuencia de movimientos para liberarlos. Durante una noche de amor apasionado, tras conseguir que la azafata tomase unas copas de más, le sugirió a su amada ponerle unos piercings. Ella le dejó, sorprendida por las renovadas fantasías amatorias del matemático.
Poco tardó la chica en descubrir la trampa. Sus amantes enfebrecidos intentaban en vano desacoplar los aros, pero esas manipulaciones sólo conseguían excitarla aún más. Muchos hombres intentaron abrirlos: mecánicos, ingenieros, bomberos, soldadores, y un boxeador partidario de arrancarle los aros a mordiscos. La situación era insoportable.
Al final se le ocurrió que lo que un matemático había puesto, otro matemático podría quitar. El afortunado fueun joven estudiante de su esposo que apareció en su casa por error, pero desgraciadamente se olvidaron de cerrar los aros tras saciar sus deseos.
Esa noche, el matemático descubrió los aros abiertos y supo que había sido engañado. Pero la azafata desoyó sus quejas amargas, y le culpó de haberla obligado a recurrir a un colega suyo en vez de seguir consolándose con desconocidos en lugares exóticos. Él prometió enmendarse, y días después ella regresó de un corto viaje con seis nuevas cruces en Libreville.
4 comentarios
Mark -
Autor -
creo que no esta publicado, pero no estoy seguro
Daniel -
Daniel
la vecinita -