De Borges
Qué no daría yo por la memoria
de una calle de tierra con tapias bajas...
Qué no daría yo por la memoria
de un portón de quinta secreta
que mi padre empujaba cada noche.
Qué no daría yo por la memoria
de las barcas de Hengist,
zarpando de la arena de Dinamarca...
Qué no daría yo por la memoria
de haber sido auditor de aquel Sócrates
que en la tarde de la cicuta
examinó serenamente el problema de la inmortalidad...
Qué no daría yo por la memoria
de que me hubieras dicho que me querías
y de no haber dormido hasta la aurora,
desgarrado y feliz
de una calle de tierra con tapias bajas...
Qué no daría yo por la memoria
de un portón de quinta secreta
que mi padre empujaba cada noche.
Qué no daría yo por la memoria
de las barcas de Hengist,
zarpando de la arena de Dinamarca...
Qué no daría yo por la memoria
de haber sido auditor de aquel Sócrates
que en la tarde de la cicuta
examinó serenamente el problema de la inmortalidad...
Qué no daría yo por la memoria
de que me hubieras dicho que me querías
y de no haber dormido hasta la aurora,
desgarrado y feliz
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Lady L -