No temas a los lobos
No me abandones
en las gargantas de los lobos,
pues sangran entre mis dedos
las lágrimas del día,
agonía de apneas,
serpientes marinas,
dragones alados
entre hábitos de monjes medievales
y atrofias de superficies castas...
Siento tu aliento helado,
entre cánticos de gloria y adviento,
natividades muertas,
demonios azules de sexo oscuro...
No me dejes ahogada
en los óleos prendidos
de las púas de los cactus...
¿Qué temes pequeña...?,
¿qué te inquieta?
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