Los que vigilan el túnel
Bajábamos desde Tirso de Molina hacia la Puerta Cerrada, por Los Mayores, cuando se aferró a mi brazo. Disimulé el escalofrío de felicidad. Me preguntó:
Bueno, ¿qué?, entonces ¿me vas a contar lo de la copia algún día? me dijo alegre mientras me apretaba con la mano.
Me paré y la hice que se parara.
Yo no podría negarte nada le respondí.
La miré a los ojos y me lancé a besarla.
Espera, espera miró alrededor. Vamos a mi casa. Está cerca.
En ese momento no me di cuenta, pero luego al recordar esa escena caí en la cuenta. Cuando miró a los lados, detrás, no muy lejos, apoyado en el quicio de un portal, nos miraba la mujer del pelo rojo que había estado a mi izquierda en la biblioteca.
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