No me mires así.
Cuando nos conocimos,
ambos sabíamos lo que no queríamos.
Yo te dije que no sabía enamorarme,
que no lo había hecho nunca
y que no me veía capaz de hacerlo.
Tú, por el contrario,
lo habías hecho tantas veces
que creías haber agotado esa capacidad.
Estábamos de acuerdo,
enamorarse no era necesario,
era algo que debíamos evitar,
lo único que podía traer era problemas.
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