EL HOMBRE EQUIVOCADO
Pellizcó los cacahuates y se los echó a la boca como si fueran píldoras.
Dijo, mientras mascaba:
- Es casada, ¿sabías?
Sí, no le hace.
- ¿Mejor que sea casada?
- Mejor.
Se arrepentía de haberle confiado lo que era o debía ser un secreto,
pero luego, gracias precisamente a él,
se facilitaron en el trabajo los encuentros entre ellos.
Extracto de una novela colectiva
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