Hoy desperté junto a la mujer más bella del mundo.
Su aroma se había colado en mi piel y el recuerdo de sus besos trazaba un río infinito que me robaba el sentido.
El reflejo del amanecer acariciaba su cuerpo de sirena, sus caderas de marfil me mareaban al recorrerlas como un viajero que recordaba una tierra desconocida.
Sus cabellos oscuros bañaban la pureza transparente de su piel, como la noche profunda lo hace con la luna, acariciando las orillas de su indefenso pecho de paloma.
Cada vez que respiraba hundida en sus sueños me capturaba el aliento, me cautivaban las aguas calmas de su rostro, su sonrisa de labios entreabiertos me llevaba a desistir de mi pasividad de observador para esclavizarme en el vicio de acariciarle las mejillas
Sus manos diminutas se posaban en las sábanas como si fueran a volarse con la primera brisa de la mañana, y sus lunares dibujaban constelaciones que iba bautizando con el paso de mis manos.
Amé todo lo que ella odiaba de si misma, las torpes quemaduras de su brazo, sus hebras indomables, la imponencia de su contorno.
Quiero vivir lo que queda de mis días enredado entre sus piernas, despertar con ella entre mis brazos cuando la suerte me castigue, destaparme entero para entregarme a sus caprichos de mujer.
Podría haberla mirado toda la vida, ahora es ella la dueña de mi alma.
No quería despertarla, quizás soñaba conmigo, como yo lo hacia con ella, pero despierto.
Anónimo
1 comentario
maricoche -
QUE HERMOSO!!!
QUE AFORTUNADA!!!
que....que se me olvidaba....BEZIIIIIIITOS!!!