la suerte no era dama para mí
siendo medianamente joven me sentaba en los bares
poniéndome hasta las orejas
pensando en algo que pudiera
sucederme, quiero decir, intentaba con las damas:
oye, muñeca, escucha, los vendedores ambulantes
lloran por tu belleza
o algo así.
ellas nunca volteaban, miraban hacia el
frente, justo hacia el frente,
aburridas.
oye, muñeca, escucha, soy un
genio, ja, ja
calladas frente al espejo del bar, estas
mágicas criaturas, estas sirenas secretas,
de grandes piernas, estallando desde sus
vestidos, usando brillantes tacones como
dagas, pendientes, bocas de fresa,
sentadas ahí, sentadas ahí,
sentadas ahí.
una de ellas me dijo: me
aburres.
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manolo -
Gracias