Te castigaré por tu impotencia
Derecha te alzas ahora,
desconocida, y no te marchitas,
como si no fueras
jamás a dejar de estar tiesa.
En cambio, cuando Nemeseno
se acostó todo él junto a mí
ofreciéndome cuanto deseara,
pendías como un muerto.
Estírate, hínchate y llora.
Todo en vano:
no obtendrás compasión
alguna de mi mano.
Escitino de Teos (s. VI a.C.)
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