De Claudia Lars
Casa de piedra y sueño que se entrega
en torre de alas y en jardín cerrado.
Tamaño del amor insospechado.
Reino tardío de una alondra ciega.
A tu fina quietud mi paso llega,
dichoso de llegar, pero cansado.
Me corona la luz, tengo un aliado,
y la noche de paz nada me niega.
Este es mi sitio, mi querencia humana,
para empezar de nuevo mi mañana
y borrar en su amparo la fatiga.
Por eso, casa mía, casa cierta,
en mis labios te da, limpia y despierta,
con el ángel de flores que te abriga.
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gerineldo vargas -