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Jamás lo vas a saber

Romance del revisor y la voluptuosa

lin.jpgUn escuezno, nada más, para el ayunte, un alfarnate para embobecerte el itervio y enchufarte el bulpo en la alfóciga, tanta mangancia para qué, ahora, ahora mismo quiero despepitarte la isoglosa, quiero ser huracán para tu súrculo, arderte fueguecillos en la destetadera, sacudirte el oscilógrafo abemoladamente, mi vida, vas a tocar el guzpátaro, ahora está fláccida, pero espérate a que se alindongue, espérate a que el chirimollo se me enmadure y verás qué borbolleo, qué emballestadura, qué manera de desaguarme en los hibiernos, qué manera de antorcharte la gatamusa con casimpulza barbárica, qué gusarapo glúteo en el anemuesco. Y cuando tengas la consonántica en los diapasones, sí, mi vida, te daré, sí mamita, sí, sí, sí, nos repujaremos el rábano y la cachetina con infamia perpetradora, ven verecunda mía, sobémonos el frenillo y el virote, tuerca para tornillo, únceme el popotal con el barrujo bien abierto, acuciémonos la acólcetra y los filipichines, circunsólame apezonando la erotomanía, estoy que no puedo con la güimba, va a chorrearme de la verecundia, oh, sí, ponme ahí tu heliotropo, que rezume, caramelito estruendoso para tus afufones, lávame con la susodicha la recocta, hazme emelgo en el frenillo, suculenta, hasta que nos arrastren por escándalo al desinfectorio, no importa, no importa, sólo se vive una vez, se descuajeringa en una chisca el azamboo y después para qué, el morbete se mustia y se lo morfan los gusanos, así que musítame ese ímpetu que tú sabes antes que suban más pasajeros al tren.

El florido byte

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