Besos, un relato corto de Melitón Padilla
Me gusta despertarla besándola en los labios;
aparto un poco el vello y beso sus labios.
Con la punta de mi lengua abro el camino,
obteniendo como respuesta un ligero estremecimiento.
Continuo lamiendo la cara interna de sus muslos,
subo luego a su vientre,
me entretengo en el ombligo,
subo mis manos hasta sus pechos,
y ella despertando las aprieta con las suyas
a la vez que musita un agradable "Buenos días".
Sigo con mi tarea,
introduzco mi lengua,
chupo, muerdo, beso.
Hasta que sus muslos empiezan a temblar,
entonces agarra mi cabeza,
aprieta sus piernas,
exhala un suspiro que le sube del alma
y un agrio y blando licor invade mi boca.
Me gusta guardar ese sabor hasta que voy a la Fábrica,
y cuando paso por delante de mis compañeros,
contoneando mi cuerpo y susurran: ¡¡María Luisa, qué buena estás!!,
busco nuevamente con mi lengua,
encontrando su recuerdo en mi boca y sonrío.
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