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Jamás lo vas a saber

Las Otras

Casablanca

Casablanca

Entre todos los bares de este mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.

Y cómo me hace daño tu cansancio
-ya sabes que mañana es cada lunes-
esa vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.

Manías de la ausencia y tus nostalgias.
Te noto tan cansado...
Quiero dormir contigo. Busca sólo
un poco más de sueño y de tabaco.
Quiero morir contigo.
¿Por qué no me prometes un cumpleaños más?
Las arrugas ahí sí que son cosas serias
o el paso de los días,
con mis pechos que bajan a acariciar tus manos.
Y luego cuando un labio nos elude
en la piel de las ingles, ay, no muerdas,
y nos brinca por dentro...

Ángeles Mora

Confesión

Confesión

Fue a conciencia pura que perdí tu amor. Nada más que por salvarte.
Hoy me odias y yo, feliz, me arrincono pa’ llorarte.

El recuerdo que tendrás de mí será horroroso.
Me verás siempre golpeándote, como a un malvao;
y si supieras bien qué generoso
fue que pagase así tu gran amor...

¡Sol de mi vida!...
fui un fracasao,
y en mi caída busqué echarte a un lao.
porque te quise tanto, tanto...
que al rodar para salvarte
sólo supe hacerme odiar.

Hoy, después de un año atroz,
te vi pasar. Me mordí pa’ no llamarte.
Ibas linda como un sol;
se paraban a mirarte.

Yo no sé si el que te tiene así
se lo merece.
Sólo sé que la miseria cruel
que te ofrecí
me justifica, al verte hecha una reina,
que vivirás mejor lejos de mí.

¡Sol de mi vida!...
fui un fracasao,
y en mi caída busqué echarte a un lao.
porque te quise tanto, tanto...
que al rodar para salvarte
sólo supe hacerme odiar.

Enrique Santos Discépolo/Luis C. Amadori

Misteriosa Intimidad

Misteriosa Intimidad

La misma fuerza que nos aparta con timidez de una amiga permite que nos coja del hombro un extraño; Damos un beso a un niño en la cabecita, el nos lo devuelve en la mejilla y nos sonrojamos; El amigo que nos pellizca en broma nos mata del susto si pone la mano sobre la nuestra; Sabemos que un ligero empujón es una muestra de afecto, huímos de los ojos que se nos clavan.

Un gesto con que el otro nos aparta el pelo de la cara o nos quita una carbonilla,es el mayor secreto erótico, un símbolo de posesión...Si se detiene a peinarnos las cejas nos rendimos, nos inundamos de pasión. Nuestra madre nos coloca con afecto el cuello de la camisa y gruñimos, nos removemos, nos incomodamos.

Esa mano que se posa en nuestro rincón más secreto puede ser más inocente que la de un niño; Sólo quiere decir eso tan simple y tremendo de "yo soy tu, tu eres yo, acaricio lo que nos gusta, rasco donde nos pica".

Decimos "buenos días" desde la puerta, acariciando el pelo del que duerme o sujetando con fuerza su pene. Siempre la respuesta es "ya voy". Y viene, pero de diversas maneras.

El tacto que podría ser ofensa se convierte en placer; El rechazo es una risa o una lágrima; La vida es un eludir y una aproximacion desesperada.

No quiero tocarte, no me obligues a tocarte, no debo tocarte, no me impidas tocarte, tócame, me muero por tocarte, no puedo evitar tocarte....

Y sin embargo se mueve

San Valentín: el amor es de los amantes

San Valentín: el amor es de los amantes

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¿Has sido infiel a tu pareja?

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  • En alguna ocasión y estoy arrepentida 20%

  • En alguna ocasión y lo volvería a hacer 20%

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  • Soy infiel frecuentemente y se lo cuento a mi pareja 5%


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    ¿Y vosotras, qué decís?

De Serrat

De Serrat

Donde quiera que estés,
te gustará saber
que por flaca que fuese la vereda
no malvendí tu pañuelo de seda
por un trozo de pan
y que jamás,
por más cansado que
estuviese, abandoné
tu recuerdo a la orilla del camino
y por fría que fuera mi noche triste,
no eché al fuego ni uno solo
de los besos que me diste.
Por tí brilló mi sol un día
y cuando pienso en tí brilla de nuevo
sin que lo empañe la melancolía
de los fugaces amores eternos.
Donde quiera que estés,
te gustará saber
que te pude olvidar y no he querido,
y por fría que sea mi noche triste
no echo al fuego ni uno solo
de los besos que me diste.
Donde quiera que estés...
si te acuerdas de mí.

QUÉ RUIDO TAN TRISTE (Cernuda)

QUÉ RUIDO TAN TRISTE (Cernuda)


Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.

Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.

Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,
invoca los bolsillos que abandonan arena,
arena de las flores,
para que un día decoren su semblante de muerto.

Llegar a viejos

Llegar a viejos

Siempre supe
que envejecería contigo.

No me preocupaba
que siguieras con él,
que yo no estuviera contigo.

Siempre supe
que envejecería contigo.

Y nos hemos hecho viejos.

Demasiado tarde
para envejecer
contigo.

Deslenguaje

Deslenguaje

Una chica enterrada en un desierto de cristal. Las pequeñas esferas, transparentes, la atrapan, la muestran, de momento, a oscuras en esa pequeña pecera. Viste un chemisier, pero eso no importa. Hasta ahora, fue el silencio. De repente, cuando el juego tan infinito como retorcido de lamparitas de toda forma y color, dispuestas como flores de tallo metálico, empieza a encenderse, las intensidades varían. La chica del desierto de cristal se incorpora, mira algo ubicado en un más allá. Se despereza, vuelve a mirar, debe escuchar algo, pensar bastante y esperar demasiado. Y, aunque nadie sepa qué es, todos pueden sentir en la piel el peso de esa expectativa. Los foquitos siguen su juego. Enciende, apaga, desvanece, reaparece. Caminando algunos pasos más hacia el fondo, en esa mezcla entre pasarela y pasillo, un cristal opaco deja entrever, negando con la perversión del objeto de un voyeur, la espalda desnuda de un hombre. Allí, en ese cuarto, también está la oscuridad. La chica, la del principio, ahora sufre. Algo la angustia, pero ese rostro, esos gestos, con el zumbido incesante de fondo, con esos pequeños respiros como de música electrónica, pueden convertirse en cualquier otra cosa. Una experiencia perceptiva, sensorial, emotiva, pero de emoción pura y exclusivamente corporal. Entra por los ojos, por los oídos, por la memoria del hombre desnudo que camina hacia el fondo de su encierro lentamente; que regresa a su vidrio, que parece escuchar algún rumor detrás de una pared, mientras un tanque de agua se recarga. El pasillo sigue: un espacio algo más pequeño que los anteriores, incorporado a la pasarela (a diferencia de la distancia que lo separaba de los demás). Algunas personas se acercan, buscando la imagen, y sólo encuentran dos voces.

Como el humo

Como el humo

Un recuerdo tenaz,
se ha empeñado en volver,
con tu nombre,
que quiero olvidar,
los recuerdos,
que juzgan mis noches,
son fantoches,
que quiero alejar.

En su nombre,
se encierra el pasado,
de un ayer,
que no pude saciar,
un amor de dolor,
un amor sin amar,
que le diste,
pagando mi amor.

Te fuiste como el humo,
que lo disipa el viento,
y en esta noche,
en que recuerdo y fumo,
el humo del tabaco,
te vuelvo a ver,
y así perderlo todo,
y así quedar sin nada,
para que nada,
nos amarre nunca,
ni la promesa trunca,
de aquel querer.

Tango de Miró y Juri

Cosecha Roja

Cosecha Roja

Sudaba. Un nudo en la garganta.
Ardientes lágrimas quemaban mi rostro.
Estaba con una mujer hermosa, desnuda,
que decía mi nombre entre suspiros.
¿Cómo demonios llegó a mi cama?,
pensaba mientras besaba sus pechos (medianos y pálidos).
No recuerdo el día que la conocí.
Tampoco, cuando comenzó esto.
Entre cantina y cantinas horas muertas;
calles vacías, conversaciones de café,
un empleo mal remunerado.
Trabajaba en una cafetería.
No era una mujer de americano o express.
Desde el principio lo supe.
Ella era un chica mokachino descafeinado.
Además, estaba casada desde cinco años atrás.
Vivía con un aficionado al fútbol y al espagueti western.
Le contaba mis aventuras nocturnas.
Me apropiaba sin ningún escrúpulo
de las mejores anécdotas de la banda.
Y decía, cada quince minutos, lo profunda y triste que resultaba mi soledad.
A veces llegaba a las seis de la tarde y se iba a las diez, cuando cerraba el local.
Caminábamos hacia su casa, o a alguna estación de metro o simplemente caminábamos.
A veces, sin darme cuenta, la tomaba de la mano.
Un día pidió chocolate y galletas. Algo pasaba.

Diario de un rancio

Elijo

Elijo

Preferiría mirar un fax tuyo que a la mayoría de las mujeres en carne y hueso

Snow Crash, Neal Stephenson

Bulerías de la pena

Bulerías de la pena

Qué pena
más grande,
amor:
que te recuerde
sin pena,
qué pena
que ya no hay cadena
que nos una a los dos...

¡Qué pena
que no fue nada
y todo lo pudo ser!

Manuel, el de Lole.

Los que vigilan el túnel

Los que vigilan el túnel

Bajábamos desde Tirso de Molina hacia la Puerta Cerrada, por Los Mayores, cuando se aferró a mi brazo. Disimulé el escalofrío de felicidad. Me preguntó:

—Bueno, ¿qué?, entonces ¿me vas a contar lo de la copia algún día? —me dijo alegre mientras me apretaba con la mano—.

Me paré y la hice que se parara.

—Yo no podría negarte nada —le respondí—.

La miré a los ojos y me lancé a besarla.

—Espera, espera —miró alrededor—. Vamos a mi casa. Está cerca.

En ese momento no me di cuenta, pero luego al recordar esa escena caí en la cuenta. Cuando miró a los lados, detrás, no muy lejos, apoyado en el quicio de un portal, nos miraba la mujer del pelo rojo que había estado a mi izquierda en la biblioteca.

No me mires así (Maná)

No me mires así (Maná)

Ya no me mires mas así, eres la novia de mi amigo
Tus ojos buscan verme a mí, no me sonrías por favor
En los momentos de estar solos, tus labios tienen sed de mí
mas tus caricias son de él

Y sin embargo, yo te adoro

Ya no me mires mas así, ya no me mires por favor
eres la novia de mi amigo, ya no me mires mas así

Perdámonos entre la hierba, detrás del parque en la arboleda
Tu ya comienzas a llorar, y me comienzas a estrechar

Y sin embargo, yo te adoro

¿Qué tiene el que no tenga yo?
¿Qué tiene el que no tenga yo?
Lo unico que tiene es a ti, a ti

Las otras

Las otras

Esos seres encantadores que aprecen en tu vida,
enamoradas o ansiosas de sexo,
o ambas cosas.

Compañeras de trabajo,
ligues de bar,
recién separadas buscando un rato sin complicaciones,
amores de juventud que buscan en un único polvo
todos los que no echásteis a los veinte años.

Vecinas golfas que se lo hacen contigo
y con dos amigos más.

Dos parejas y una soltera fea
en busca de un intercambio.

Una que conoces por internet
que le gusta pero no quiere líos

Una ex-alumna platónicamente colgada,
las madres de los amigos de tus hijos,
la mujer del ex de tu mujer,
su segunda mejor amiga.

Las quiero a todas.

Fue terrible aquel año (Ismael Serrano)

Fue terrible aquel año (Ismael Serrano)

Fue terrible aquel año, de sequía y de miedo.
Fue terrible aquel año, recordarlo es bueno.
Ganaron las derechas, año amargo en política.
Y los médicos no hallaron vacuna para el SIDA.

Fue terrible aquel año, morían niños en África.
Y aquí mismo en mi calle mataban a un mendigo sin patria,
a una infeliz prostituta, a una esposa maltratada.
Terrible fue aquel año, los Balcanes humeaban.

Fue terrible aquel año, los días eran fríos
y cada vez más cortos. Los meses eran ríos,
arrastrando abandono; el amor era olvido.
No hubo nubes, no hubo lluvia, el otoño estaba prohibido.

Fue terrible aquel año, celebraron convenciones
sobre la capa de ozono, y rompieron los hombres
la moratoria en la caza de lobos y ballenas.
Terrible fue aquel año, corría la sangre en Chechenia.

Fue terrible aquel año los días eran fríos
y cada vez más cortos los meses eran ríos
arrastrando abandono el amor era olvido
no hubo nubes, no hubo lluvia, el otoño estaba prohibido

Fue terrible aquel año, de hambre, de guerra,
de ideas perseguidas, de oraciones y miseria.
Fue terrible aquel año, no consigo olvidarme.
Fue terrible aquel año en que tú, tú me dejaste,
tú me dejaste.

Has llenado los semáforos de sangre

Has llenado los semáforos de sangre

No sabes cuanto te he querido,
olvidarte es saber que no hay forma,
ahora tengo que aprender a desnombrarte,
con los ojos más que con la boca.

Sigues siendo la dueña,
del gigante que se esconde en mi silencio

Has cambiado mi forma de mirar,
has cambiado el sentido de las calles
Caminar sin ti, no es del todo andar
has llenado los semáforos de sangre,

No me morire, pero ya verás,
como no sabré esquivar los vientos que te nombran
No me cansaré, de pensar que estás,
a mi lado pero no como una sombra.

Y no sabes, que aún cocino para ti,
y no sabes, que dibujo tu perfil con las frases,
que hace tiempo te escribí. Con las frases,
que ahora estallan junto a mi

Y no sabes, que no debes sonreir,
no me abraces, que no sabré salir de los besos,
que de pronto no me das, de este fuego
que me alumbra, cuando no estás

Has cambiado mi forma de mirar,
has cambiado el sentido de las calles
Caminar sin ti, no es del todo andar
has llenado los semáforos de sangre,

No me morire, pero ya verás,
como no sabré esquivar los vientos que te nombran
No me cansaré, de pensar que estás,
a mi lado pero no como una sombra.

Sin esperanza

Sin esperanza

No es fácil
verte
todos los días
perderte
añorarte
sin distancias
estar
sin estar juntos

No es fácil
quererte
sin respuesta
sin esperanza

Nostalgia.

Nostalgia.

No puedo dejar de pensar en ti.

Es una estupidez,
lo sé.

Acabamos hace tiempo,
tú has tenido
más amantes
después
(de los que he sentido celos,
yo que nunca he tenido celos
y menos con alguien
que no era mi pareja,
que ni siquiera
había sido mi pareja)
y ahora estás
embarazada otra vez,
supongo que de tu marido
porque no eres ninguna tonta
y no puedo dejar
de pensar en ti.

Será porque
cuando el amor nos golpeó
¿recuerdas?
hablamos de hijos,
nos miramos
y nos asustamos.

A los dos días me dijiste
que lo nuestro
había terminado.

Y ahora te veo
embellecer
semana tras semana y
¿qué quieres que le haga?..
no puedo
dejar
de pensar en ti.

Conocidas

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Vecinas,
compañeras
de trabajo,
esposas
de los amigos,
viejas amigas,
primas lejanas,
madres
de los amigos
de tus hijos,
amigas
de tu mujer.

Rollos ocasionales
que a nadie hacen mal
y dejan un poso de cariño
en los ojos
para siempre.

Una extraña
forma de amor,
acaso.