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Jamás lo vas a saber

Ojos

Ojos

Acordaos de los enojos
que me habéis hecho pasar,
y los gemidos;
acordaos que ya de mis ojos,
que de mis males llorar
están perdidos;
acordaos de cuánto os quiero;
acordaos de mi deseo
y mis sospiros;
acordaos como si muero
de estos males que poseo,
es por serviros.

Jorge Manrique

Prevención de riesgos

Prevención de riesgos


Además
de guantes,
se recomienda
el uso
de cremas protectoras
y botas

Del Génesis a la transmodernidad

Del Génesis a la transmodernidad

El universo
se ha poblado de otros,
de encarnaciones
de mis propias pulsiones ocultas.

Había conseguido exorcizarlos
relegándolos a universos distintos,
a los cuentos de hadas,
a países exóticos,
a la cocina o al manicomio.

Ahora andan por las calles
y adquieren su materialidad
plena de extranjeros de tez fosca,
de mujeres que dejan atrás
sus ollas y quebrantos,
de gentes distintas a mí.

La asunción de la diferencia ajena
quizás me reconcilie
con mi propia y oculta diferencia.

Eduard Mirá

Sé mi hada

Sé mi hada


Sé mi hada

Cuida de mí
estos días
difíciles.

Te lo estoy
pidiendo
a ti.

No me falles.

Oral

Oral

Algo civilizado
que demuestra
que el placer
puede ser buscado
por sí mismo

Algo que nos distingue
de los animales.

Como el clítoris,
la literatura
y el fuego

Deslenguaje

Deslenguaje

Una chica enterrada en un desierto de cristal. Las pequeñas esferas, transparentes, la atrapan, la muestran, de momento, a oscuras en esa pequeña pecera. Viste un chemisier, pero eso no importa. Hasta ahora, fue el silencio. De repente, cuando el juego tan infinito como retorcido de lamparitas de toda forma y color, dispuestas como flores de tallo metálico, empieza a encenderse, las intensidades varían. La chica del desierto de cristal se incorpora, mira algo ubicado en un más allá. Se despereza, vuelve a mirar, debe escuchar algo, pensar bastante y esperar demasiado. Y, aunque nadie sepa qué es, todos pueden sentir en la piel el peso de esa expectativa. Los foquitos siguen su juego. Enciende, apaga, desvanece, reaparece. Caminando algunos pasos más hacia el fondo, en esa mezcla entre pasarela y pasillo, un cristal opaco deja entrever, negando con la perversión del objeto de un voyeur, la espalda desnuda de un hombre. Allí, en ese cuarto, también está la oscuridad. La chica, la del principio, ahora sufre. Algo la angustia, pero ese rostro, esos gestos, con el zumbido incesante de fondo, con esos pequeños respiros como de música electrónica, pueden convertirse en cualquier otra cosa. Una experiencia perceptiva, sensorial, emotiva, pero de emoción pura y exclusivamente corporal. Entra por los ojos, por los oídos, por la memoria del hombre desnudo que camina hacia el fondo de su encierro lentamente; que regresa a su vidrio, que parece escuchar algún rumor detrás de una pared, mientras un tanque de agua se recarga. El pasillo sigue: un espacio algo más pequeño que los anteriores, incorporado a la pasarela (a diferencia de la distancia que lo separaba de los demás). Algunas personas se acercan, buscando la imagen, y sólo encuentran dos voces.

Nalgas perfectas

Nalgas perfectas

La que había sido consagrada a la Afrodita Vulgar, la diosa de las Dulces Nalgas, al igual que su madrina, Lysis de Mileto, recordó -siempre lo hacía- que una noche de tormenta, cuando era apenas una niña, unos piratas asquerosos entraron en la casa del Cerámico Exterior y la raptaron llevándola a una extraña tierra rodeada de mar, que nunca quiso saber cómo se llamaba.

Allí, a los tres días, fue comprada en el Mercado de Esclavos por una astuta matrona que, conocedora de su oficio, midió ancas, tetas y dientes, y supo que podría disponer de una nueva quinceañera en su prostíbulo, para placer de sus clientes.

Cuando llegaron a la casa, la niña, sin previo aviso, le tocó la frente a la vieja desdentada con el pulgar, y la alcahueta se mareó, escuchó sonidos agradables y murmuró, con los ojos en blanco, el conjuro que la otra le hizo recitar.

Juro por Lysis de Mileto y por la Atenea Calípige, que Arina, la Diosa de los Labios Ardientes tendrá su propia habitación y no permitiré que se sepa su forma de enamorar a los clientes. Ella, por su parte, jura que será la que más monedas me aportará. La defenderé con mi propio cuerpo y si fuera necesario, para que conserve su secreto, la protegeré hasta de mí.

Andrés Caro Berta

Piel Desnuda

Piel Desnuda

Porque
el deseo
es una tendencia constante
y la emoción
se hace crónica,
existe esta piel
salpicada de besos,
perdida en caricias,
arropada de cielos
cálidos y placenteros,...
desnuda
siempre
para ti,
tal y como soy,
sin más...


Piel Desnuda

Hoy no tengo ganas de escribir

Hoy no tengo ganas de escribir

sólo desearos lo mejor para el año que viene. Incluido mucho y buen sexo.

La navidad

La navidad

La navidad
puede consistir en acordarse
de aquellos a quienes
hasta la navidad
les da la espalda.

Los que no tienen ni siquiera
un establo donde parir
ni un dios que les prometa
una esperanza, siquiera vana.

La navidad es para ricos
que no saben que lo son.

Gentes a las que
solo nos falta
un poco de sexo, quizás
un capricho, un beso,
una nueva perversión.

Como el humo

Como el humo

Un recuerdo tenaz,
se ha empeñado en volver,
con tu nombre,
que quiero olvidar,
los recuerdos,
que juzgan mis noches,
son fantoches,
que quiero alejar.

En su nombre,
se encierra el pasado,
de un ayer,
que no pude saciar,
un amor de dolor,
un amor sin amar,
que le diste,
pagando mi amor.

Te fuiste como el humo,
que lo disipa el viento,
y en esta noche,
en que recuerdo y fumo,
el humo del tabaco,
te vuelvo a ver,
y así perderlo todo,
y así quedar sin nada,
para que nada,
nos amarre nunca,
ni la promesa trunca,
de aquel querer.

Tango de Miró y Juri

Cosecha Roja

Cosecha Roja

Sudaba. Un nudo en la garganta.
Ardientes lágrimas quemaban mi rostro.
Estaba con una mujer hermosa, desnuda,
que decía mi nombre entre suspiros.
¿Cómo demonios llegó a mi cama?,
pensaba mientras besaba sus pechos (medianos y pálidos).
No recuerdo el día que la conocí.
Tampoco, cuando comenzó esto.
Entre cantina y cantinas horas muertas;
calles vacías, conversaciones de café,
un empleo mal remunerado.
Trabajaba en una cafetería.
No era una mujer de americano o express.
Desde el principio lo supe.
Ella era un chica mokachino descafeinado.
Además, estaba casada desde cinco años atrás.
Vivía con un aficionado al fútbol y al espagueti western.
Le contaba mis aventuras nocturnas.
Me apropiaba sin ningún escrúpulo
de las mejores anécdotas de la banda.
Y decía, cada quince minutos, lo profunda y triste que resultaba mi soledad.
A veces llegaba a las seis de la tarde y se iba a las diez, cuando cerraba el local.
Caminábamos hacia su casa, o a alguna estación de metro o simplemente caminábamos.
A veces, sin darme cuenta, la tomaba de la mano.
Un día pidió chocolate y galletas. Algo pasaba.

Diario de un rancio

Morfos

Todas las formas forman la forma.

Otra vez eros

Otra vez eros


En el amor,
y en el boxeo
todo es cuestión
de distancia

Si te acercas demasiado
me excito
me asusto,
me obnubilo,
digo tonterías,
me echo a temblar...
pero si estás lejos
sufro, entristezco,
me desvelo y escribo
poemas.

Cristina Peri Rossi
Otra vez eros 1994

Amor o algo parecido a la cocaína

Amor o algo parecido a la cocaína

Durante aquel mes y medio hice todo lo posible para no perder su ascensor. Porque sólo a la altura de su casa explotaban los fuegos artificiales. Y porque debajo de su colcha las palabras ardían a 451° Fahrenheit. Y ya no hacian falta mis estúpidas metáforas.

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Hice un collage en la pared de su comedor con una rosa descapullada y un traje de princesa, y él puso la cabeza de mocho. Interpreté mi papel de mujer sin sentimientos en una tragicomedia de final previsible.. Y en ese absurdo, ambos sabiámos que él era mejor actor y mejor artista, aunque estuviese trabajando de portuario y traficante.

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El momento en que comprendí que mi importancia en su vida era directamente proporcional a la cantidad de sexo suministrado x la medida de desvinculación requerida, me enfadé tanto que desperté a "la imbecil que hay en mí" para que destrozara su mobiliario y lanzara la caja de pandora por las escaleras.

Después de aquello, él dijo que me arrancaría la cabeza y yo pensé en el collage de su pared, escribí una poesía y reinventé nuestra parodia en javascripts y avi files...

Como una adolescente de veinticinco que arruina su cuenta emocional por una estúpida adicción. O como la chica difícil que siempre se encapricha del que dice permanentemente No.

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Difícil

Elijo

Elijo

Preferiría mirar un fax tuyo que a la mayoría de las mujeres en carne y hueso

Snow Crash, Neal Stephenson

Mil

Mil

Teño algo importante que dicir
agora que vimos de despedirnos
para sempre.
Quérote.
Crávame as unllas,
pero has de saber que tamén fun sincero
as outras mil veces.

Manuel Rivas

La rueda del amor (Campoamor)

La rueda del amor (Campoamor)

y aunque me pesa en el alma,
no siento los corazones
que muellemente se agitan
bajo esos pechos de bronce.
...
Mas ¿cómo sin dar amante
a vuestro enojo ocasiones,
huís, dejándome solo,
sin advertirme por dónde,
tal que siquiera dejasteis,
pasando como ilusiones,
ni removida la arena,
ni destroncadas las flores?

Sin duda en mágico vuelo,
como celestes visiones,
entre la grama y los aires
os deslizasteis veloces,
huyendo mi fe constante,
pues vuestros pechos traidores
tienen el aire por guía,
y la inconstancia por norte
.

San Nicolás

San Nicolás

Mañana
se llenan
las calles
de Praga
de hombres
disfrazados
de Papa Noel.

Yo les pido
una chica private
trayéndome los regalos,
una amante viciosa
para este año,
un abrazo cariñoso
tuyo
o, simplemente,
que te pongas buena,
querida.

Gamoneda

Gamoneda

Sábana negra en la misericordia:

Tu lengua
en un idioma ensangrentado.

Sábana aún
en la sustancia enferma,

la que llora
en tu boca y en la mía
y, atravesando
dulcemente llagas,
ata mis huesos
a tus huesos humanos.


No mueras más en mí,
sal de mi lengua.

Dame la mano
para entrar en la nieve.